martes, 26 de julio de 2016

Ondas gravitacionales, detectadas cien años después de la predicción de Einstein

Por primera vez, los científicos han observado ondulaciones en el tejido del espacio-tiempo, llamadas ondas gravitacionales, llegando a la Tierra procedentes de un evento catastrófico en el distante universo. Esto confirma una importante predicción de la teoría de la relatividad general de Albert Einstein de 1915 y abre una nueva ventana sin precedentes en el cosmos.

Impresión artística de las ondas gravitacionales generadas por estrellas binarias de neutrones. Crédito: R. Hurt/Caltech-JPL
Impresión artística de las ondas gravitacionales generadas por estrellas binarias de neutrones. Crédito: R. Hurt/Caltech-JPL
Las ondas gravitacionales llevan consigo información acerca de sus dramáticos orígenes y sobre la naturaleza de la gravedad que no puede obtenerse de otra manera. Los físicos han llegado a la conclusión de que las ondas gravitacionales detectadas fueron producidas durante la última fracción de segundo de la fusión de dos agujeros negros para producir un solo agujero negro más masivo en rotación. Esta colisión de dos agujeros negros había sido predicha pero nunca antes había sido observada.
Las ondas gravitacionales fueron detectadas el 14 de septiembre de 2015 a las 5:51 hora de verano del este de Estados Unidos (09:51 UTC) por los dos detectores gemelos del Observatorio por Interferometría Láser de Ondas Gravitacionales (LIGO, por sus siglas en inglés), ubicados en Livingston, Louisiana, y Hanford, Washington, EE.UU. Los observatorios LIGO están financiados por la National Science Foundation (NSF), y fueron concebidos y construidos, y son operados por Caltech y MIT. El descubrimiento, aceptado para su publicación en la revista Physical Review Letters, fue realizado por la Colaboración Científica LIGO (que incluye la Colaboración GEO600 y el Australian Consortium for Interferometric Gravitational Astronomy) y la colaboración Virgo usando datos de los dos detectores LIGO.
El grupo de Relatividad y Gravitación (GRG) de la Universidad de las Islas Baleares (UIB) es el único grupo de investigación en España que ha participado en este histórico éxito científico a través de la colaboración científica LIGO y GEO. La UIB participa en la colaboración científica LIGO desde 2002, si bien la doctora Alicia Sintes, profesora del Departamento de Física, fue una de las investigadoras que intervino en la puesta en marcha de este grupo de científicos en 1997. La doctora Sintes y el doctor Sascha Husa, también profesor de la UIB y miembro del GRG, forman parte del Consejo de LIGO.
Alicia Sintes está emocionada. Ella ha dedicado casi 20 años a la caza de estas elusivas ondas y ha trabajado para mejorar los detectores existentes y futuros. Para ella, el 14 de septiembre quedará marcado en su memoria como el inicio de una nueva era en astronomía: la astronomía gravitacional. Una herramienta que ayudará a desvelar muchos misterios del Universo.
Todos los miembros de la colaboración LIGO en la UIB han trabajado sin cesar durante estos últimos meses analizando los datos del primer periodo de observación de Advanced LIGO y los datos relacionados con este evento en particular. Varios de los investigadores de la UIB han contribuido de forma directa a este descubrimiento. Entre ellos se encuentra Miquel Oliver, un estudiante de doctorado de la UIB, que ha tenido la oportunidad única de vivir directamente este descubrimiento, ya que desde principios de septiembre se encontraba en la sala de control de LIGO Hanford monitorizando el detector, y caracterizando la calidad de los datos. A su vez, el profesor Sascha Husa, junto con el investigador postdoctoral David Keitel y el estudiante de doctorado Francisco Jiménez, han contribuido directamente a la identificación de la fuente a través de su investigación sobre la fusión de agujeros negros.
Con el fin de discernir el origen cósmico de una señal de onda gravitacional, o para calcular las masas de los objetos implicados, hay que resolver las ecuaciones de Einstein, que son el núcleo de la teoría de la relatividad general, y entender cómo las propiedades de la señal de las ondas gravitacionales dependerán de las propiedades de la fuente a través de las posibles señales.
Sascha Husa nos lo explica: “La idea básica es muy similar a la de aplicaciones de teléfonos inteligentes para identificar música, como Shazam. Si escuchas una canción en un bar ruidoso, la aplicación puede consultar una base de datos de posibles señales, y usando algoritmos matemáticos para compensar el ruido, te dirá cuál se ajusta mejor. Mi trabajo consiste en hacer un catálogo de todas las posibles señales de ondas gravitacionales procedentes de la fusión de agujeros negros, para que los que analizan los datos puedan compararlas con las señales inmersas en ruido que son registrada por LIGO”.
El desarrollo de este tipo de catálogos de canciones de agujeros negros ha sido el centro de la investigación de Sascha Husa durante la última década. Junto con sus colegas en la UIB, en la Universidad de Cardiff y el Instituto Max Planck de Física Gravitacional en Potsdam, el doctor Husa ha desarrollado modelos que no sólo describen la fusión de dos agujeros negros de forma precisa, sino que sus fórmulas también pueden calcularse rápidamente con los grandes ordenadores utilizados en el análisis de los datos de LIGO. Esta rapidez fue esencial en los últimos meses para identificar rápidamente el origen de la señal. Algunas de las simulaciones numéricas del la UIB sobre la colisión de agujeros negros han sido elaboradas por el estudiante de grado Rafel Jaume y algunas de ellas pueden ser visualizadas en el canal de Youtube UIB@GRG. Uno de los resultados clave calculados en base a los cálculos del grupo de la UIB es la potencia radiada por la fuente: 300 masas solares por segundo, más que cualquier otro acontecimiento astronómico jamás observado desde el Big Bang.
Para Alicia Sintes y los otros miembros del grupo, ahora está empezando la fase más excitante del análisis de los datos de LIGO, justo después de que haya finalizado el primer periodo de observación y los detectores se están actualizando para poder volver a operar en el otoño con una mejor sensibilidad. Junto con Miquel Oliver y con la ayuda técnica de Pep Covas y Laura Keitel, están buscando señales continuas procedentes de púlsares desconocidos (estrellas de neutrones en rotación). Estas señales son tan débiles, que es necesario integrar todos los datos tomados durante los 4 meses para tener alguna oportunidad de ver algo. Si este análisis desvelase alguna señal, ésta nos aportaría información sobre la materia en el interior de las estrellas de neutrones, un objeto del tamaño aproximado de Menorca y con una masa un 50% mayor que nuestro Sol, gobernado por las leyes de la teoría cuántica.
Otra predicción más de la teoría de la relatividad general de Einstein
De acuerdo con la relatividad general, una pareja de agujeros negros orbitando uno alrededor del otro pierde energía mediante la emisión de ondas gravitacionales, produciendo un acercamiento gradual entre ambos durante miles de millones de años, y luego mucho más rápidamente en los últimos minutos. Durante la última fracción de segundo, los dos agujeros negros chocan entre sí a casi la mitad de la velocidad de la luz y forman un único agujero negro más masivo, convirtiendo una parte de la masa de ambos en energía, de acuerdo con la fórmula de Einstein E = mc2. Esta energía se emite como una fuerte explosión final de ondas gravitacionales. Basándose en la física del choque entre dos agujeros negros, los científicos de LIGO estiman que la masa de los agujeros negros de este evento era 29 y 36 veces mayor que la del Sol, y que el evento tuvo lugar hace mil trescientos millones de años. Una masa aproximadamente 3 veces mayor que la del Sol se convirtió en ondas gravitacionales en una fracción de segundo, con una potencia pico de unas 50 veces la de todo el Universo visible. Estas son las ondas gravitacionales que LIGO ha observado.
El descubrimiento fue posible gracias a las capacidades mejoradas de Advanced LIGO, una importante actualización que aumenta la sensibilidad de los instrumentos en comparación con los detectores LIGO de primera generación, lo que permite un gran aumento del volumen del universo explorado y el descubrimiento de las ondas gravitacionales durante su primer periodo de observación. La National Science Foundation de Estados Unidos lidera el apoyo financiero a Advanced LIGO. Organismos de financiación en Alemania (Sociedad Max Planck), Reino Unido (Consejo de Infraestructuras de Ciencia y Tecnología, STFC) y Australia (Consejo Australiano de Investigación) también han contribuido significativamente al proyecto. Varias de las tecnologías clave que hicieron Advanced LIGO mucho más sensibles se han desarrollado y probado por la colaboración británico-alemana GEO. El clúster Atlas del AEI Hannover, el Laboratorio LIGO, la Universidad de Syracuse y la Universidad de Wisconsin Milwaukee han aportado recursos informáticos de manera significativa. Varias universidades han diseñado, construido y probado componentes clave para Advanced LIGO: la Universidad Nacional de Australia, la Universidad de Adelaide, la Universidad de Florida, la Universidad de Stanford, la Universidad de Columbia de Nueva York, y la Universidad Estatal de Louisiana.
En cada observatorio, los interferómetros LIGO de 4 km de largo en forma de L utilizan luz láser separada en dos haces que van y vienen dentro de los brazos (tubos de más de un metro de diámetro guardados en un vacío casi perfecto). Los haces se utilizan para controlar la distancia entre los espejos posicionados de forma muy precisa en los extremos de los brazos. De acuerdo con la teoría de Einstein, la distancia entre los espejos cambiará una cantidad infinitesimal cuando una onda gravitacional pase por el detector. Se puede detectar cambios en las longitudes de los brazos más pequeños que la diezmilésima parte del diámetro de un protón (10-19 metros). Son necesarios observatorios independientes y ampliamente separados para determinar la dirección del evento que causa las ondas gravitacionales, y también para verificar que las señales proceden del espacio y no son de algún otro fenómeno local.
La investigación en LIGO la lleva a cabo la Colaboración Científica LIGO (LSC), un grupo de más de 1000 científicos de universidades de todo Estados Unidos y de otros 14 países. Más de 90 universidades e institutos de investigación de la LSC desarrollan tecnología para el detector y analizan datos; alrededor de unos 250 estudiantes contribuyen de forma relevante a la colaboración. La red de detectores LSC incluye los interferómetros de LIGO y el detector GEO600. El equipo de GEO incluye científicos del Instituto Max Planck de Física Gravitacional (Albert Einstein Institute, AEI), Leibniz Universität Hannover, junto a socios de la Universidad de Glasgow, Universidad de Cardiff, la Universidad de Birmingham, otras universidades en el Reino Unido, y la Universidad de las Islas Baleares en España.
LIGO fue originalmente propuesto como un medio para detectar estas ondas gravitacionales en los años 1980 por Rainer Weiss, profesor de física, emérito, del MIT; Kip Thorne, que ocupa la cátedra del profesor Richard P. Feynman de física teórica de Caltech, emérito; y Ronald Drever, profesor de física, emérito, también de Caltech.
La investigación en Virgo se lleva a cabo por la Colaboración Científica Virgo, un grupo de más de 250 físicos e ingenieros pertenecientes a 19 laboratorios europeos diferentes: 6 del Centro Nacional de Investigación Científica (CNRS) de Francia; 8 del Instituto Nacional de Física Nuclear (INFN) en Italia; 2 de Nikhef en los Países Bajos; el Instituto Wigner en Hungría; el grupo POLGRAW en Polonia; y el Observatorio Gravitacional Europeo (EGO), el laboratorio que alberga el interferómetro Virgo cerca de Pisa, Italia. (Ciencia al Día)
Fuente: DICYT

Diseñan la primera prótesis con conexión directa a hueso, nervios y músculos

Ilustración del implante y prótesis de brazo. Gracias al sistema de electrodos con la nueva prótesis se obtiene una señal estable que permite un control preciso como tomar un huevo sin romperlo. Además, brinda sensaciones como si fuera su propia mano (DICYT)
Ilustración del implante y prótesis de brazo. Gracias al sistema de electrodos con la nueva prótesis se obtiene una señal estable que permite un control preciso como tomar un huevo sin romperlo. Además, brinda sensaciones como si fuera su propia mano (DICYT)

Fue creada por el mexicano Max Ortiz Catalán, quien radica en Suecia. El artefacto se convierte en una extensión del cuerpo humano por medio de oseointegración, esto quiere decir que se conecta directo al hueso a través de un implante de titanio, y gracias a la unión de interfaces neuronales y musculares se logra un control robusto e intuitivo de la mano artificial, de esta forma con tan solo pensarlo es posible mover la extremidad.
El mexicano egresado de Tecnológico de Monterrey, campus Toluca, platica que Magnus, un paciente con el brazo amputado por encima del codo es la primera persona que usa esta tecnología y desde 2013 le ha permitido desarrollar una vida laborar normal, regresar a su actividad como conductor de maquinaria pesada entre la frontera de Suecia y Finlandia, o manipular un huevo sin romperlo.
El doctor en ingeniería biomédica Ortiz Catalán explica que gracias al sistema de electrodos que se conecta en músculos y nervios se obtienen señales estables que permiten un control preciso, por ejemplo que el paciente manipule un artículo pequeño y delicado sin romperlo o tirarlo, además brinda sensaciones como si fuera su propia mano y está protegida de interferencias como las de los sensores en tiendas de autoservicio.
La investigación se desarrolló en la Universidad Tecnológica de Chalmers en Gotemburgo, Suecia, en colaboración con el Hospital Universitario Sahlgrenska, y la compañía de implantes llamada Integrum AB, que trabaja con prótesis de anclaje óseo.
Cómo se coloca
El artefacto consiste en dos partes, un implante y una prótesis, la primera parte requiere una cirugía en la cual se coloca una pieza de titanio dentro del hueso y se instala un sistema de control que conectan electrodos a los músculos y nervios.
La segunda corresponde a una prótesis desmontable, que mantienen una conexión mecánica con el hueso y otra eléctrica con los electrodos implantados. “Si el paciente va a tomar un baño puede quitarse la parte robótica”.
Cerca de 400 personas en el mundo ya cuentan con implante de titanio, y sólo dos con el sistema de electrodos implantados en nervios y músculos. Se espera que este año más de diez pacientes reciban el sistema de control neural.
Tecnología novedosa
La tecnología de oseointegración termina con los problemas de inflamación, rozaduras e incomodidad que provocan las prótesis convencionales de encaje o socket. “Este presiona fuertemente el muñón, se siente como tener zapatos que aprietan permanentemente y no son confortables; sin embargo, al tener una conexión directa al hueso no se tienen ningún componente sobre la piel que moleste, entonces el uso aumenta considerablemente, al igual que la calidad de vida”.
Además, al implantar titanio dentro del hueso las células óseas crecen alrededor y se unen, cosa que normalmente no pasaría con otro tipo de material como acero inoxidable que genera una reacción de encapsulamiento y crea inestabilidad mecánica.
El implante de titanio para anclar la prótesis al hueso por el momento sólo está disponible en Europa, Australia, Chile y Estados Unidos, pero se buscan convenio para desarrollarla en México.
“Nos enfocamos a hacer tecnología que los pacientes puedan utilizar en sus actividades de la vida diaria, y nos gustaría que se convirtiera en un tratamiento estándar para una amputación, de esta forma los precios disminuirían”, finaliza doctor Ortiz Catalán. (Ciencia al Día)
Fuente: DICYT

Neandertales y sapiens se hibridaron hace más de 100.000 años


Imagen: CSIC
Imagen: CSIC
Los investigadores han estudiado los genomas completos de un neandertal y un denisovano de Siberia, y la secuencia del cromosoma 21 de un neandertal de la cueva asturiana de El Sidrón (España) y de otro de Vindija (Croacia).
En el estudio participan los investigadores del CSIC Carles Lalueza-Fox (Instituto de Biología Evolutiva) y Antonio Rosas (Museo Nacional de Ciencias Naturales); además del arqueólogo Marco de la Rasilla, junto a otros especialistas en genómica como Tomás Marques-Bonet y Sergi Castellano, este último co-responsable del estudio.
El investigador del CSIC Antonio Rosas comenta que el trabajo plantea un nuevo escenario: “Hace más de 100.000 años se produjo la primera salida de humanos anatómicamente modernos fuera de África. Estos humanos se cruzaron con una población de neandertales, que posteriormente pudo desplazarse al sur de la actual Siberia, portando los genes sapiens”.
Lo que los investigadores ya sabían desde 2010, gracias al estudio Genoma Neandertal, es que hace alrededor de 50.000 años, la población humana antepasada de los europeos y los asiáticos actuales, tras su migración fuera de África, se cruzaron con los neandertales. Como resultado de ese flujo génico, los humanos modernos no africanos son portadores de un 2% de secuencias genéticas neandertales, pero las poblaciones subsaharianas nunca estuvieron en contacto con los neandertales, por lo que no son portadores de estos genes arcaicos (salvo por introgresión muy reciente).
¿Todos los neandertales tienen ADN sapiens?
Este nuevo estudio ha descubierto, por tanto, que los humanos modernos también aportaron genes a las poblaciones neandertales, cambiando la historia: los sapiens y los neandertales se hibridaron, al menos, en dos momentos distintos; hace 100.000 años y hace 50.000 años.
Durante el estudio se ha analizado restos fósiles de neandertales alejados geográficamente. “La secuenciación del cromosoma 21 de restos procedentes de la cueva asturiana de El Sidrón y de la cueva croata de Vindija señalan que los neandertales europeos no tienen genes de H. sapiens, al menos en ese cromosoma. Es decir, puede que estos grupos neandertales no coincidieran con los sapiens o, si lo hicieron, no tuvieron descendencia”, comenta el investigador del CSIC Carles Lalueza.
La primera salida de África
Según Rosas: “Estos descubrimientos tienen una clara implicación en el modelo evolutivo. Sabíamos desde hacía décadas que hubo una salida temprana de sapiens fuera de África, por los restos encontrados en los yacimientos israelíes de Skhul y Qafzeh. Pero al no tener más datos paleontológicos, esta salida fue considerada por muchos como una migración fallida, al no haber ido más allá del Próximo Oriente”.
Los datos ahora presentados parecen coincidir con las recientes evidencias arqueo-paleontológicas. Así, recientemente se ha desvelado la presencia de Homo sapiens en China hace cerca de 120.000 años. Asimismo, se han recuperado herramientas de piedra al sur de Arabia, que han sido atribuidas a una salida temprana de sapiens. Ambas evidencias bien podría corresponder a estos sapiens que dejaron sus genes en el ramal de los neandertales que migró hacia el Este.
Según los investigadores, tras los resultados de este último estudio, todavía hay que analizar el significado y el alcance de la primera salida de sapiens fuera de África y averiguar en qué modo contribuyó a la diversidad genética actual.
Estudio: Martin Kuhlwilm, Ilan Gronau, Melissa J. Hubisz, Cesare de Filippo, Javier Prado, Martin Kircher, Qiaomei Fu, Hernán A. Burbano, Carles Lalueza-Fox, Marco de la Rasilla, Antonio Rosas, Pavao Rudan, Dejana Brajkovic, Željko Kucan, Ivan Gušic, Tomas Marques-Bonet, Aida M. Andrés, Bence Viola, Svante Pääbo, Matthias Meyer, Adam Siepel and Sergi Castellano. Ancient gene flow from modern humans into Siberian Neanderthals. Nature. (Ciencia al Día)DOI:10.1038/nature16544.
Fuente: CSIC

Se completa el sondeo ATLASGAL de la Vía Láctea

Una espectacular nueva imagen de la Vía Láctea ha sido dada a conocer para conmemorar la finalización del sondeo ATLASGAL (siglas de APEX Telescope Large Area Survey of the Galaxy, sondeo de gran área de la galaxia por el telescopio APEX). Por primera vez, el telescopio APEX, instalado en Chile, ha mapeado el área completa del plano galáctico visible desde el hemisferio sur en longitudes de onda submilimétricas (entre la luz infrarroja y las ondas de radio) con más detalle que los últimos sondeos realizados desde el espacio. El pionero telescopio APEX, de 12 metros, permite a los astrónomos estudiar el universo frío: gas, polvo y otros objetos celestes que están a sólo unas pocas decenas de grados por encima del cero absoluto.

Esta comparación muestra las regiones centrales de la Vía Láctea observadas en diferentes longitudes de onda. El panel superior muestra fuentes compactas de radiación submilimétrica captadas por APEX como parte del sondeo ATLASGAL, combinadas con datos complementarios obtenidos por el satélite Planck de la ESA, con el fin de captar fenómenos más extensos. El segundo panel muestra la misma región vista en longitudes de onda infrarroja, más cortas, captadas por el Telescopio Espacial Spitzer de la NASA. El tercer panel muestra las mismas zonas del cielo, de nuevo, a longitudes de onda aún más cortas, del infrarrojo cercano, vistas por el Telescopio de Sondeo Infrarrojo VISTA, de ESO, instalado en el Observatorio Paranal (Chile). Las regiones que aparecen como rizos de polvo oscuro se ven brillantes en las imágenes captadas por ATLASGAL.  Por último, la imagen final, muestra la imagen más conocida, en el rango visible de la luz, en la que la mayor parte de las estructuras más distantes están ocultas a la vista. El significado de los colores varía de imagen en imagen y no pueden compararse de forma directa. Crédito: ESO/ATLASGAL consortium/NASA/GLIMPSE consortium/VVV Survey/ESA/Planck/D. Minniti/S. Guisard; Acknowledgement: Ignacio Toledo, Martin Kornmesser
Esta comparación muestra las regiones centrales de la Vía Láctea observadas en diferentes longitudes de onda. El panel superior muestra fuentes compactas de radiación submilimétrica captadas por APEX como parte del sondeo ATLASGAL, combinadas con datos complementarios obtenidos por el satélite Planck de la ESA, con el fin de captar fenómenos más extensos. El segundo panel muestra la misma región vista en longitudes de onda infrarroja, más cortas, captadas por el Telescopio Espacial Spitzer de la NASA. El tercer panel muestra las mismas zonas del cielo, de nuevo, a longitudes de onda aún más cortas, del infrarrojo cercano, vistas por el Telescopio de Sondeo Infrarrojo VISTA, de ESO, instalado en el Observatorio Paranal (Chile). Las regiones que aparecen como rizos de polvo oscuro se ven brillantes en las imágenes captadas por ATLASGAL. Por último, la imagen final, muestra la imagen más conocida, en el rango visible de la luz, en la que la mayor parte de las estructuras más distantes están ocultas a la vista. El significado de los colores varía de imagen en imagen y no pueden compararse de forma directa. Crédito: ESO/ATLASGAL consortium/NASA/GLIMPSE consortium/VVV Survey/ESA/Planck/D. Minniti/S. Guisard; Acknowledgement: Ignacio Toledo, Martin Kornmesser

El telescopio APEX, (siglas en inglés de Atacama Pathfinder Experiment, experimento pionero de Atacama), se encuentra a 5.100 metros sobre el nivel del mar en el llano de Chajnantor, en la región de Atacama (Chile). El sondeo ATLASGAL aprovechó las características únicas del telescopio para obtener una visión detallada de la distribución del gas denso y frío que hay a lo largo del plano de la Vía Láctea [1]. La nueva imagen incluye la mayor parte de las regiones de formación estelar de la Vía Láctea meridional [2].
Los nuevos mapas de ATLASGAL cubren un área del cielo de 140 grados de largo y 3 grados de ancho, más de cuatro veces más grande que la primera versión de ATLASGAL [3]. Los nuevos mapas también son de mayor calidad, ya que algunas áreas fueron re-observadas para obtener una calidad más uniforme de los datos sobre el área total de estudio.
El sondeo ATLASGAL es el gran programa individual más exitoso de APEX, con casi 70 artículos científicos asociados ya publicados, y su legado se ampliará mucho más con todos los productos de datos reducidos disponibles desde ahora para toda la comunidad astronómica [4].
En el corazón de APEX se encuentran sus sensibles instrumentos. Uno de ellos, LABOCA (de LArge Bolometer CAmera, gran cámara bolómetro) fue utilizado para el sondeo ATLASGAL. LABOCA mide la radiación entrante registrando los pequeños aumentos de temperatura que provoca en sus detectores, y puede captar emisiones de las bandas de polvo oscuro y frío que oscurecen la luz estelar.
La nueva versión de ATLASGAL, complementa observaciones del satélite Planck de la ESA [5]. La combinación de los datos de Planck y APEX permitieron a los astrónomos detectar emisiones repartidas en un área mayor del cielo y, a partir de ahí, estimar la fracción de gas denso que hay en el interior de la galaxia. Los datos de ATLASGAL también fueron utilizados para crear un censo completo de nubes frías y masivas en las que se están formando las nuevas generaciones de estrellas.
“ATLASGAL nos permite obtener información reveladora sobre dónde se forma la siguiente generación de cúmulos y de estrellas masivas. Combinando estas observaciones con las de Planck, ahora podemos encontrar una relación con las estructuras a gran escala de nubes moleculares gigantes”, comenta Timea Csengeri, del Instituto Max Planck de Radio astronomía (MPIfR), en Bonn (Alemania), quien dirigió el trabajo de combinar los datos de APEX y Planck.
El telescopio APEX celebró recientemente diez años de exitosa investigación del universo frío. Juega un importante papel, no sólo como experimento pionero, sino también como instalación complementaria de ALMA, el Atacama Large Millimeter/submillimeter Array, que también se encuentra en el llano de Chajnantor. APEX se basa en un prototipo de antena construida para el proyecto ALMA, y ha localizado muchos objetos que ALMA puede estudiar en gran detalle.
Leonardo Testi (ESO), miembro del equipo ATLASGAL y científico del proyecto europeo para el proyecto ALMA, concluye: “Gracias a ATLASGAL tenemos una nueva y transformadora forma de ver el denso medio interestelar de nuestra propia galaxia, la Vía Láctea. La nueva versión del sondeo completo abre la posibilidad de explotar este maravilloso conjunto de datos para llevar a cabo nuevos descubrimientos. Muchos equipos de científicos ya están utilizando los datos ATLASGAL para planificar con detalle sus posteriores observaciones con ALMA”. (Ciencia al Día)
Notas
[1] El mapa fue construido a partir de observaciones individuales de APEX de radiación con una longitud de onda de 870 μm (0,87 mm).
[2] La parte norte de la Vía Láctea ya había sido asignada por el Telescopio James Clerk Maxwell (JCMT) y otros telescopios, pero el cielo meridional es particularmente importante porque incluye el centro galáctico y porque es accesible para llevar a cabo observaciones posteriores más detalladas con ALMA.
[3] La primera versión de datos cubría un área de aproximadamente 95 grados cuadrados, una franja muy larga y estrecha a lo largo del plano galáctico de dos grados de ancho y más de 40 grados de largo. Los mapas finales actuales cubren 420 grados cuadrados, más de cuatro veces mayores.
[4] Los productos resultantes de los datos están disponibles en el archivo de ESO.
[5] Los datos de Planck abarcan el cielo completo, pero con poca resolución espacial. ATLASGAL cubre sólo el plano galáctico, pero con alta resolución angular. La combinación de ambos proporciona un excelente rango dinámico espacial.
Fuente: ESO

Por primera vez descubren un gen capaz de controlar un movimiento específico

Hasta la fecha son contados los estudios científicos que proveen información precisa sobre el programa genético que instruye al sistema nervioso determinando así los movimientos que ejecutamos.

Imagen que muestra los músculos (rojo), motoneuronas (azul) y las neuronas involucradas en el movimiento de corrección de orientación (verde) de un embrión de Drosophila. Créditos: Joao Picao-Osorio, Alonso Lab, Sussex Neuroscience.
Imagen que muestra los músculos (rojo), motoneuronas (azul) y las neuronas involucradas en el movimiento de corrección de orientación (verde) de un embrión de Drosophila. Créditos: Joao Picao-Osorio, Alonso Lab, Sussex Neuroscience.
Ahora, un estudio publicado en Science y liderado por un biólogo molecular argentino radicado en Inglaterra identificó por primera vez el rol de un gen que controla un movimiento específico. “Nuestro hallazgo contribuye al entendimiento del programa genético que controla movimientos específicos y podría – a largo plazo – contribuir al estudio del descontrol motriz característico de enfermedades neurodegenerativas tales como el parkinson y la corea de Huntington”, señaló el doctor en biología Claudio Alonso, investigador del Wellcome Trust y Profesor en Genética del Desarrollo de la Facultad de las Ciencias de la Vida de la Universidad de Sussex.
El estudio explota la simplicidad del sistema nervioso de la mosca de la fruta Drosophila melanogaster –un modelo experimental de excelencia en investigaciones genéticas– identificando un gen que produce una pequeña molécula de ARN (microARN) cuya función controla un movimiento específico. Los investigadores observaron que larvas de Drosophila que carecían del gen miR-iab4/iab8 eran incapaces de volver a su posición normal cuando se las ponía “patas arriba”. Ese gen fabrica un pequeño ARN o microARN, una clase de moléculas que regula la actividad de otros genes involucrados en la formación y el funcionamiento normal del organismo.
“Hasta ahora los roles biológicos de los microARNs del sistema nervioso habían sido relacionados a la diferenciación neuronal, pero no al control del comportamiento”, indicó Alonso quien, antes de trasladarse a Inglaterra, se graduó en la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA, donde también hizo su doctorado en regulación génica bajo la dirección de Alberto Kornblihtt.
“Este es el primer ejemplo concreto de un microARN que afecta un movimiento específico”, añadió Alonso quien dirige su laboratorio dentro de la división de Neurociencias de la Universidad de Sussex, fundada por el famoso biólogo evolutivo británico John Maynard Smith.
Combinando el uso de métodos genéticos y microscopía de alta resolución, “observamos que en las moscas mutantes la alteración del microARN estudiado aumentaba la expresión de un gen llamado ‘Ultrabithorax’ (Ubx) que era el que inducía la incapacidad para realizar el movimiento adecuado”, destacó Alonso. Y agregó: “El movimiento de rotación se puede realizar correctamente solo si el gen Ubx se expresa a niveles normales”.
En experimentos posteriores descubrieron que dos motoneuronas eran las responsables de ese movimiento específico. “También identificamos los músculos que inervan y que hacen posible el movimiento de rotación”, afirmó con entusiasmo Alonso. Y agregó: “A pesar de que los insectos y los mamíferos (incluyendo al ser humano) son muy distintos entre sí los programas genéticos que controlan su formación y funciones vitales son muy semejantes de modo que descubrimientos en Drosophila a menudo sientan las bases para entender procesos biológicos en los seres humanos.”
Del estudio también participaron otros científicos de las universidades de Sussex y de Cambridge, entre ellos, otra bióloga argentina, Jimena Berni. (Ciencia al Día )

Fuente: DICYT

Un circuito cerebral borra memorias

Aunque normalmente se asume que el cerebro es una estructura biológica diseñada para almacenar recuerdos, investigadores de la División de Neurociencias de la Universidad Pablo de Olavide de Sevilla, y sendos grupos del EMBL ubicados en Heidelberg (Alemania) y en Monterrotondo (Italia), han demostrado que existe un circuito cerebral particularmente relacionado con el borrado de memorias, en un trabajo que ha sido publicado el 18 de marzo en la revista Nature Communications.

Crédito: Geralt (Pixabay)
Crédito: Geralt (Pixabay)



Aparentemente, aprender supone establecer nuevas asociaciones entre conceptos y situaciones diferentes, así como su recuerdo a lo largo del tiempo. A este respecto, los autores de este estudio muestran que la información relacionada con las memorias adquiridas entra en el hipocampo (una parte del cerebro relacionada con estos procesos) a través de tres rutas diferentes. Si se bloquea la ruta principal no es posible aprender, pero si el aprendizaje ya está adquirido, el bloqueo de la ruta principal no impide la reactivación de lo aprendido, aunque sí debilita este recuerdo. “Esto quiere decir que esta inactivación produce el olvido progresivo de lo aprendido”, explica José María Delgado, investigador de la División de Neurociencias de la Universidad Pablo de Olavide de Sevilla.
La contribución más importante de este estudio es que la debilitación u olvido progresivo de lo aprendido cuando la vía principal está inactiva tiene lugar en una vía secundaria, que funciona en paralelo. “Aunque los experimentos realizados son muy complejos, y han supuesto llevarlos a cabo durante casi cinco años, nos han llevado a la conclusión en este estudio de que este doble mecanismo de memorización y olvido sólo tiene lugar en el momento del aprendizaje”, subraya José María Delgado, quien añade que si la vía principal de entrada de información en el hipocampo se bloquea en ausencia de cualquier actividad identificable, no hay pérdida de memoria. “Una posible explicación a este interesante fenómeno es que, a fin de cuentas, el cerebro tiene un espacio funcional limitado, así que unos aprendizajes mejoran o simplemente sustituyen a otros aprendizajes anteriores. Parece pues que para aprender nuevas asociaciones y funciones puede ser necesario olvidar otras anteriores”, señala el investigador de la UPO.
Gran parte de este estudio ha sido realizado con ratones manipulados genéticamente, lo que tiene poca aplicabilidad directa o indirecta a la clínica neurológica; pero una parte importante del mismo ha sido dedicada al desarrollo de una sustancia química capaz de activar esta ruta de olvido sin necesidad de tan complicada ingeniería genética. Esta última línea de investigación, todavía en desarrollo, permitiría, de completarse satisfactoriamente, ayudar a la eliminación de recuerdos indeseados. (Ciencia al Día)
Referencia bibliográfica
Noelia Madroñal, José M. Delgado García, Azahara Fernández Guizán, Jayanta Chatterjee, Maja Köhn, Camilla Mattucci, Apar Jain, Theodoros Tsetsenis, Anna Illarionova, Valery Grinevich, Cornelius T. Gross y Agnès Gruart. Rapid erasure of hippocampal memory following inhibition of dentate gyrus granule cells. Nature Communications. DOI: 10.1038/NCOMMS10923
Fuente: DICYT

lunes, 25 de julio de 2016

Descubren mujer con una visión sobrehumana

Neurólogos británicos han encontrado una mujer cuyo aparato visual puede distinguir 99 millones de colores más que el resto de los humanos.

pixabay.com
Tras unos 25 años de intensas búsquedas científicos de dos universidades del Reino Unido han encontrado a una persona cuyo aparato ocular tiene un tipo adicional de células cónicas, que son las que detectan el color, informa el portal Science Alert.
El aparato visual de la mujer, que es médico de profesión y reside en el norte de Inglaterra, puede detectar hasta 99 millones de colores más que el resto de las personas, según las estimaciones.
Quienes como ella cuentan con cuatro canales independientes para la recepción de información de color se les llama tetracrómatas. Los especialistas creen que no es la única del planeta. En cambio, la mayoría de los seres humanos son tricrómatas, o lo que es lo mismo, tienen tres tipos de células cónicas en el aparato visual.
Cada tipo de célula cónica es capaz de distinguir alrededor de 100 matices, por lo que cuando se considera todas las combinaciones posibles de estas tres, se alcanzan casi un millón de colores diferentes.
La mayoría de personas ciegas al color solo cuentan con dos tipos de células cónicas en funcionamiento, lo que les permite ver únicamente 10.000 tonos. Casi todos los demás mamíferos, incluidos perros y monos del nuevo mundo, son también dicrómatas.
La clave reside en el hecho de que los genes de conos rojos y verdes se encuentran en el cromosoma X. Como las mujeres tienen dos cromosomas X, pueden potencialmente tener dos versiones diferentes de los genes, con códigos para conos sensibles a rangos ligeramente distintos del espectro.
No es el caso excepcional de esta ciudadana británica, cuyo aparato visual le faculta para cer unos 100 millones de colores. Los científicos aseguran que han estado buscando a esta persona durante más de un cuarto de siglo. Hace 25 años, Gabriele Jordan de la Universidad de Newcastle y John Mollon de la Universidad de Cambridge ya argumentaron que el fenómeno del tetracromatismo podía darse en seres humanos y que era  más probable que ello ocurriera con las mujeres. ( Rusia Today)